¿Para qué vino Cristo al mundo?
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El otro día leía una revista que decía: “Cristo vino para mostrar lo que realmente significaba ser obediente en relación con el sábado”.
Me hacía recordar que el Señor vino para algo mucho más grande y glorioso que mostrar lo que el reposo sabático era cuando el Pacto de la Ley estaba en vigencia. El reposo sabático era para un sistema más bien terrenal, mientras que el Cristianismo es un sistema que se eleva hacia lo celestial. Por eso Pablo manda a los creyentes: “Buscad las cosas de arriba, donde está Cristo a la diestra de Dios”, Col 3:1. Y en tanto Cristo tenga su Iglesia en este mundo, el reposo sabático, como iremos viendo, está claramente abolido por el Señor de la Gracia.
Por eso se reconozca que asunto mucho mayor que guardar el sábado es estar protegido bajo el Pacto de la Gracia, y no bajo la Ley condenatoria guardando el sábado; o estar en un aspecto bajo la Gracia y en otro bajo la Ley guardando el día sábado. Recordemos que un ataque satánico contra los primeros cristianos era mediante los judíos y judaizantes, quienes querían que los cristianos “se circuncidasen y guardasen la Ley”, Gá. 6:13, con su sábado incluido.
De modo que más que “tener el día sábado como el gran asunto”, el gran asunto es comprender “el Evangelio de la Gracia”, Hch 20:24, para creerlo y vivir la fe cristiana en sumisa armonía con Dios.
Por eso, el gran asunto no es guardar el sábado ni considerar que el domingo es el día del Señor, sino ser librados de nuestro cáncer de pecado. Así, una vez que “el paciente” haya pasado al estado saludable, a la Vida de Dios en Cristo, a tener la Salvación de Dios, a la posesión de la Vida Eterna, deberá asegurarse si debe guardar el sábado o si el día domingo es “el Día del Señor”. La interrogación sigue en pie: ¿Para qué vino Cristo al mundo?
EL REY DE LA SALVACIÓN VINO PARA SALVAR A LOS PECADORES
“Yo he venido, para que tengan vida; y vida en abundancia”, Jn 10:10. El gran asunto es comprender que “Cristo Jesús vino al mundo PARA salvar a los pecadores”, 1 Ti 1:15, y cuando uno sea salvo, “ha pasado de muerte a vida”, 1 Jn 3:14. (De muerte espiritual a vida espiritual. Etimológicamente, muerte es separación), y entonces tendrá “vida, y vida en abundancia”.
Realmente asombra ver la importancia que se da al reposo sabático de otra Dispensación, hoy sin vigencia, y claramente derogada por Dios. Pero hay que distinguir con claridad entre los hijos de Israel y los hijos de la Gracia, y no asentar nuestra vida espiritual ubicándonos en medio de ambas dispensaciones, porque “en Cristo nada vale la circuncisión, ni la incircuncisión, sino una nueva Creación”, Ga 6:15. Y su Iglesia, compuesta por todos sus redimidos, forma parte de esa nueva creación, porque “si alguno está en Cristo, nueva criatura es. He aquí todas las cosas son hechas nuevas”.
Pues bien, es obvio que el Señor hizo muchas enseñanzas, pero no vino para mostrar lo que realmente significaba ser obediente en relación con el sábado”, sino que –sin negar la Ley, ni el reposo sabático que la Ley incluía- vino para algo mucho más importante: “PARA salvar a los pecadores”, de modo que no se encumbre el reposo sabático más allá de lo que la Biblia hace”, (1 Co 4:6), y menos hoy, cuando el reposo sabático está derogado, y como todo el Pacto de la Ley ha quedado atrás. Tampoco se le niegue a Cristo el honor de su principal motivo por el cual vino a este mundo de miseria y muerte.
Importa, pues, a cada cual de nosotros tener a Cristo como nuestro Señor, nuestro Salvador, y nuestro fiel Pastor, porque “he aquí, ahora, el día de salvación”, 2 Co 6:2. Aquí y ahora cada cual decide por sí y para sí. No que “mañana lo decidirá Dios por cada cual, y esto en base a méritos personales de cada individuo”, porque eso es un falso evangelio, (y está maldito de Dios, Gá 1:6-9), porque quien se ampara en sus obras no se ampara “única y exclusivamente en la Obra de Cristo”, en su Sacrificio perfecto del Calvario, hecho “una vez y para siempre, y mediante el cual Dios hace perfectos para siempre a los que santifica”.
Quien quiera salvarse por medio de sus “buenas (?) obras”, comprenda que en tal supuesto Dios tendría que dar gloria al hombre por los méritos de haberlas hecho. Pero lejos de tan descabellada utopía, entienda que la Obra la hizo Cristo, y que la honra y la gloria de la salvación LE corresponden única y exclusivamente a Él; por eso a Él se da en la tierra, y se dará en el cielo.
Qué ensoñación tan absurda: Pensar que Dios va a despreciar la Obra de su Hijo, y va a honrar a los pecadores que, lejos de dar toda honra y honor al Salvador, presenten a Su Majestad Divina el mucho menos que perendengue de sus propias obras religiosas. Satanás ha invertido mucho para engañar a muchos sobre el tema de las obras humanas para salvación personal, cuando estas son para Dios “como trapos de inmundicia”, Is. 64:6.
Pues bien, si algún lector no ha visto a Cristo como el Salvador completo y perfecto; ni ha detectado su Obra del Calvario como completa y perfecta, y –en cambio- ha creído que debe ayudar a salvarse él mismo por sus propias obras, bien haría en detenerse, y pedir al Rey de Gloria luz al respecto para proceder en consecuencia “escudriñando el Libro Santo con temor y con temblor”.
Por la gravedad del asunto, recordemos al profeta: “Así dijo Dios: “Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cual sea el buen camino, y andad por él…”, Jer 6:16, porque a estas fechas es deber saber que “Cristo es EL Camino…, Jn 14:6. Él es el camino, y no el que haga el hombre religioso mediante sus propios esfuerzos.
La salvación es por fe, pero es PARA buenas obras de gratitud y amor al que nos dio la salvación, Ef. 2:8-10.
Cristo murió y volvió a vivir para salvar a los pecadores; no para que haya gente ilusa que crea que puede entrar al cielo por otra puerta (de la religión, o de las mal llamadas buenas obras) que no sea Cristo, cuando Él mismo dijo: “YO SOY LA PUERTA…”, Jn 10:1-18, y como Él es LA Puerta, otra no hay.
EL DÍA DEL SEÑOR: ¿Sábado o Domingo?
Capítulo 19: ¿Para qué vino Cristo?
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