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La mujer de Apocalipsis 12


Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer… contra los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo”, (Apocalipsis 12:17)


¿Quién es esta mujer? Los católicos dicen que es María; y aún la describen en medallas, en estampas, en pinturas, y en imágenes de talla o de molde, con corona de doce estrellas, y –no con la luna, sino- con la media luna del Islam bajo sus pies. El verso 2 habla de la “angustia de su alumbramiento”, cosa que no encaja con la descripción del nacimiento indoloro que hacen en cuanto al nacimiento del Hijo de María.

María tampoco huyó al desierto, a un lugar preparado por Dios para ser sustentada por 1260 días. El verso 17 tampoco se puede aplicar a María.


Por su parte, los adventistas del séptimo día dicen que esa mujer es la Iglesia, pero el pasaje no lo admite, porque “¿qué hijo varón ha dado la Iglesia; que regirá a las naciones con vara de hierro; y que fue arrebatado para Dios y para su trono?, verso 5.

Lejos de producir hijos, la Iglesia está formada por personas, que “al creer en Cristo fueron aceptadas por Dios como hijas e hijos suyos por la fe en Jesucristo”, (Gá 3:26) Obviamente, ese “Hijo varón” es Cristo; y Cristo NO es hijo de la Iglesia, sino “el Salvador, y el Señor de la Iglesia”.

En verso 14 se habla que la mujer huyó al desierto por un tiempo de 1260 días.

Finalmente, ¿quién es “el resto de la descendencia de la mujer?, v. 17, y de paso, quiénes son los otros descendientes de la mujer que no son “el resto” del que se habla en este verso?

Nada de este capítulo encaja con la idea de que sea la Iglesia la mujer de Apocalipsis 12, porque, obviamente, este hijo es Cristo; y la Iglesia no es madre de Cristo; y menos cuando la Iglesia habrá sido llevada de la tierra antes de aquellos días de Apocalipsis 12.

El único concepto que encaja bien en el capítulo, y en el marco bíblico, es que esa mujer es Israel.


Es una gran señal”, Ap 12:1. Esta mujer (el pueblo de Israel -y no la Iglesia- comparado muchas veces en el AT a una mujer, por ejemplo, Is 47:7-9; 50:1; 54:5-6; Jer 3:1-3; y multitud de otros más) desde sus inicios en la salida de Egipto, desde cuando Dios hizo el Pacto con ellos (o quizá desde el Pacto con Abraham) hasta el final de la semana setenta de Israel, es realmente una gran señal para la Humanidad.

Como el tiempo de Apocalipsis 12 transcurre en la semana setenta de Israel, Dios en su Palabra describe a su pueblo Israel con lenguaje del Antiguo Pacto, de modo que no extrañe si otra vez más lo llama simbólicamente “mujer”. Así dice que aquella mujer estaba “vestida del sol”, es decir: Del resplandor de la verdad de Dios, por su Palabra, “pues a él, a Israel, se le encomendó la Palabra del Señor”, Ro 3:2, y la salvación viene de los judíos”, Jn 4:22.

Con la luna debajo de sus pies, porque la luna representa la sabiduría humana, que ella tenía como estrado bajo ella, pues ese pueblo de algún modo ha ponderado más la sabiduría divina que la del mundo. La Palabra dice “la luna”, y no una parte de la luna.

También “sobre su cabeza tenía una corona de doce estrellas", lo que lleva al sueño de José, Gn. 37:9-10, y hace comprender que son representados los 12 hijos de Jacob (y no los doce Apóstoles de la Iglesia, porque en este capítulo se habla de Israel, y no de la Iglesia que antes de esos días habrá sido llevada al cielo)

El dragón, que obviamente es la antigua serpiente que es el diablo, (Dn 7:7; Ap 12:3; 13:1) que actúa mediante servidores suyos, quiso “devorar a su hijo tan pronto como naciese”, (4), lo que provocó la matanza de los niños inocentes mediante Herodes. Pero Dios había avisado a José escapase a Egipto con María y el Niño, y así fuese protegido.

Seguidamente de ser bautizado el Señor, el maligno lo tentó repetidas veces. Sus oponentes, tan pronto le ponían asechanzas de maldad, como querían despeñarle, o lapidarle. El maligno no descansó hasta llevarle a la Cruz, pensando liquidarle; pero la Cruz fue su propia derrota pues, en su muerte y resurrección, el Señor, conforme Gn 3:15, hirió al dragón en su propia cabeza.

Vemos varios detalles en este verso 5. La mujer dio “un hijo varón”, (5), y la Iglesia no ha dado un hijo varón, sino que ella está formada por varones y hembras. Este Varón, hijo de Israel, hijo de Jacob, hijo de David, regirá muy pronto con vara de hierro a TODAS las naciones, (Ap 12:6, en su reinado milenial. Es decir: Con total justicia)

También en su ascensión “fue arrebatado para Dios y para su trono”, y hoy está sentado a la Diestra de su Padre”. No que entrase al lugar santo en el siglo XIX, porque Cristo, “quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la majestad de Dios en las alturas”, He 1:3.

Desvanecido está todo intento humano de afirmar que aquella mujer de Apocalipsis 12 es la Iglesia, porque Cristo no es el Hijo de la Iglesia, ni tampoco un hijo de la Iglesia, sino el Señor, y el edificador o constructor de ella. Y con esto, espero sea suficiente para manifestar que aquella mujer de Apocalipsis 12 no es la Iglesia, sino Israel.


La ira del dragón contra la mujer de Apocalipsis doce es la ira del mismo Satanás contra Israel manifestada mediante el llamado anticristo en la mitad de la semana setenta, que es cuando este hombre tan malvado cometerá, en palabras de Cristo, “la abominación desoladora de la que habló el profeta Daniel”, y Cristo se refiere a ella en Mt 24:15. Esta abominación la llevará a cabo el personaje siniestro que profanará el Lugar Santísimo del Templo, y es a quien Pablo llama: El hombre de pecado, que se sentará en el templo de Dios, haciéndose pasar por Dios”, 2 Ts 2:4.


Hoy se persigue a Cristo, y realmente se hace más que nunca se hizo, o tanto como siempre antes, aunque de mil maneras sofisticadas, y no solamente como hizo Saulo el airado fariseo, cuando oyó decir a Cristo: “Saulo, Saulo, ¿por qué ME persigues?”.

En los días de Apocalipsis 12 Israel se dará cuenta que han confiado en quien no es el verdadero Mesías, y lo abandonarán. Entonces “el hombre de pecado, el hijo de perdición” desatará una persecución contra los judíos; pero como no podrá aplastarlos, su odio atacará a los creyentes gentiles, que son “el resto de la descendencia de aquella mujer”, como se ve en este capítulo de Apocalipsis. Recordemos que “la salvación viene de los judíos”, de ahí que se diga: “Descendencia de aquella mujer”, que es Israel; como en Apocalipsis se habla de una mujer ramera, “la gran ramera”.

Para aquellos tiempos futuros de Apocalipsis 12, la Iglesia de Cristo no estará en la tierra. Con el traslado eclesial la Era de la Gracia habrá finalizado; y en aquella semana setenta, que empezará justo entonces, de nuevo estará vigente la Dispensación de la Ley (sin necesidad sacrificios de animales, como hemos notado en el capítulo XVI. Por eso se habla que los creyentes de entonces “tendrán que “guardar los mandamientos de Dios, y mantener el testimonio de Jesucristo”, no el del anticristo.


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Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.                                                       Juan 1:12

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