La guardia en la tumba
![](https://static.wixstatic.com/media/1d81a7_3d8453f2b1f74c37990b8653d64f723d~mv2.png/v1/fill/w_541,h_768,al_c,q_90,enc_avif,quality_auto/1d81a7_3d8453f2b1f74c37990b8653d64f723d~mv2.png)
Esta guardia parece pasar muy desconsiderada por quienes aseveran que Cristo murió en miércoles, pero debemos tener en cuenta la lección que nos da.
Primeramente debemos advertir la seriedad de una guardia romana, porque a los puestos de guardia en aquel Imperio se les ponía tal responsabilidad que, si en una inspección (frecuente entonces) se hallaba un solo soldado de guardia dormido, por sueño o alcoholismo, todo el cuerpo de guardia era condenado a ser quemado vivo dentro de sus propias ropas.
Tan serio era el asunto de la vigilancia para la seguridad de lo encomendado, y tan bajo, tan irresponsable y vil se veía el hecho de que alguien abandonase el servicio, que ni siquiera los uniformes de aquel equipo “contaminados por su carne se podían aprovechar por otros soldados”, (cf Judas 23)
De modo que podemos considerar que los soldados de vigilancia se preocupasen de estar muy seguros de no abandonar su responsabilidad, y que el jefe de guardia se interesase mucho por mantenerlos, a todos, (los que estuviesen de servicio, y no en descanso) bien despiertos en su puesto.
Esta guardia pone de manifiesto, primero, la incredulidad y/o la ceguera de los guías espirituales de Israel que la pidieron, pues no tuvieron en cuenta el Salmo 16, que en su verso 10 predecía la resurrección de Cristo; tampoco las palabras de Amós 6:2: “En el tercer día nos resucitará…”, ni las del propio Cristo, que advirtió repetidas veces su propia resurrección, y ellos conocían y por eso pusieron la guardia, pues le consideraron “aquel engañador”. Y, segundo, que la rigurosidad de la vigilancia y custodia del sepulcro del Señor por la guardia romana es uno de los elementos de los que Dios se vale para demostrar al mundo la resurrección de su Cordero Inmaculado.
GUARDANDO EL SEPULCRO
Pero si he sacado a escena esta guardia, es porque también es otra lámpara que aporta luz al tema de cuándo resucitó el Señor, poniendo de manifiesto que el Señor no pudo haber muerto en día miércoles.
Los que pidieron la guardia -“los principales sacerdotes y los fariseos”- sabían bien que poniendo la guardia en el sepulcro, este quedaba “asegurado”, y se prevenían así de la absurda idea que tuvieron: “Que sus discípulos llevasen su cuerpo, y dijesen después que había resucitado”.
Así, pues, una vez llegada la guardia al sepulcro, este fue abierto para levantar “acta de comprobación” de que en la tumba estaba el cuerpo exánime del Señor. Esto tenía que ser comprobado, tanto por la guardia como por los que la pidieron. Seguidamente “ellos aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la guardia”, Mt 27:66.
También, lo concertado con Pilatos en cuanto a la duración de la guardia, sería entonces recordado para confirmar el día y la hora de reunirse de nuevo para la ruptura del sello y la apertura del sepulcro a fin de levantar “acta de confirmación” de que seguía allí el cuerpo exánime de Cristo, y que no se había cumplido la promesa de “aquel engañador, que dijo viviendo aún: Después de tres días resucitaré”, Mt. 28:63.
Los principales sacerdotes y los fariseos se fueron, y junto al sepulcro solo quedó la guardia apostada allí para velar por la inviolabilidad del sello “hasta el tercer día”, Mt 27:64, y nada más que “hasta el tercer día”, que era la hora de finalizar la guardia que ellos mismos habían pedido.
Puesto que la guardia fue puesta al siguiente día de la muerte del Señor, no tenía el compromiso de velar hasta el tercer día de ser puesta, sino hasta el tercer día de la muerte del Señor.
De modo que si el Señor hubiese muerto en miércoles, el tercer día era el viernes. Pero aún cediendo paso a la afirmación de quienes hablan de 72 horas desde su muerte hasta su resurrección, que son tres días completos desde la tarde del miércoles, ¿qué hacía la guardia en la mañana del domingo velando el sagrado cuerpo de carne del Señor Jesús, si es que su muerte hubiera sido en día miércoles? En tal caso, la guardia se habría retirado al cumplirse el tercer día completo, a la terminación del sábado, pero no lo hizo.
Tampoco los más interesados habían ido al sepulcro al finalizar ese tercer día, el supuesto sábado, y levantar entonces el “acta de confirmación” para demostrar que “aquel engañador no había resucitado”.
Aunque los guías espirituales del pueblo estaban sumamente codiciosos de mostrar a Israel la falsedad de la resurrección mediante su propio testimonio, y por un acta de certificación sellada y firmada por el jefe de aquella guardia –o por el mismo Gobernador previo informe de la misma- aún tenían que esperar hasta el tiempo final de “el tercer día” para ir al sepulcro, ser abierto este, ver por sí mismos el cuerpo exánime del Señor, y obtener dicha acta.
LA MAÑANA DE RESURRECCIÓN
“Aquel que tenía poder para poner su vida, y tenía poder para volverla a tomar”, Aquel que en día viernes había rendido libre y voluntariamente su vida a las terribles fauces de la muerte, no esperó a resucitar al finalizar el tercer día, domingo, sino que lo hizo en la madrugada de aquel primer día de la semana.
La hora del acontecimiento no la sabemos, porque Dios la ha dejado entregada a su sagrado arcano; y así debemos respetar. Después, “fue un enviado del cielo quien –sin protocolo humano, sin pamplinas ni contemplación alguna- rompió el sello al hacer rodar la gran piedra que cerraba el sepulcro, para que aquellas mujeres vieran que el sacrosanto cuerpo del Señor no estaba allí, pues había resucitado”, (Mt 28:1-6)
Naturalmente, aquella mañana de resurrección aún no era la hora que “los principales sacerdotes y los fariseos” tenían acordado reunirse con la guardia junto al sepulcro para hacer la comprobación y, una vez hecha esta, finalizase el tiempo de guardia y los soldados se retirasen a su cuartel.
INFORME DE LA GUARDIA
Para aquellos guías religiosos de Israel tan solo quedó el Acta de Dios, porque el Ser Supremo, anticipándose a sus malvados planes, les mandó el informe confirmándoles la resurrección de su Cordero Inmaculado por medio de algunos componentes de la misma guardia, que huyeron despavoridos y aterrorizados a llevarles la misiva, tanto a los judíos que pidieron la guardia, como al Gobernador que se la concedió.
Dios hizo que aquellos judíos perversos que “fueron por lana, quedasen trasquilados”, pues bien pronto recibieron el informe de la resurrección del Señor, porque los soldados vieron lo acontecido junto al sepulcro, y oyeron las palabras que el ángel (tan temible para ellos”, Mt. 28:3-4) dijo a las mujeres: “No está aquí, pues ha resucitado”. Sí, “Ha resucitado; no está aquí; mirad y ved…”, Mc. 16:1-6.
REGRESO DE LA GUARDIA
Si el Señor hubiese muerto en miércoles, ¿qué hacía aquella guardia velando en la madrugada del domingo, como diez o más horas más tarde de la hora de esa supuesta resurrección en sábado?
Seamos realistas. Aquella guardia no solo tenía hora concreta de terminar la custodia del sepulcro, sino que, por consecuencia, también tenía hora concreta de regreso a su cuartel militar. Si al llegar la hora de su regreso se hubiese retrasado apenas un corto tiempo que originase sospecha de que podría haber tenido algún acontecimiento de contrariedad, de inmediato se habría enviado en su auxilio un más amplio grupo de soldados, pues se entendería que algo contrario le habría acontecido. Pero nada de esto ocurrió, porque en la mañana del domingo la guardia permanecía en su lugar y haciendo su labor junto al sepulcro.
Lo militar siempre ha sido estricto, especialmente en los servicios concretos de armas; y el Ejército de Roma destaca por haber sido muy riguroso; y más en la rebelde Judea, donde hubo serias revueltas, y los celotes no cesaban de ocasionar agresiones a las patrullas militares y a otros intereses de Roma.
En cualquier cuartel militar, y desde tiempo inmemorial, en el Cuerpo de Guardia se ha tenido y se tiene control total de todos los puestos de vigilancia, número de personas que hay en cada uno, identidad de las mismas, hora de salida, hora de relevo, hora de regreso, y cuanto sea pertinente. Y ante esto: ¿Acaso el Jefe de Guardia, que desde el acuartelamiento llevaba un control exhaustivo y total sobre cada puesto de vigilancia y custodia, estaba bajo alguna dopagia para no haber intervenido mandando apoyo a un equipo de guardia –compuesto de un mayor o menor número de hombres- que no regresaba a su debido tiempo?
Pero la voz profética aún hoy sigue sonando inmutable en los siglos y milenios: “En el tercer día nos resucitará…”, Os. 6:2. Cristo así confirma: “Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y que resucitase de los muertos al tercer día…, y vosotros sois testigos de estas cosas”, Lc 24:46-48.
“Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y fue sepultado, y resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras”, 1 Co. 15:3-4. “A éste levantó Dios al tercer día”, dice Pedro Apóstol, Hch. 10:40. Al “tercer día”, sin especificar a qué hora del mismo. Pero el Señor escogió la madrugada del tercer día para resucitar entonces, en el día primero de la semana. Por eso el domingo es el día de la Victoria, y por eso fue, es, y será: “El Día del Señor”.
EL DÍA DEL SEÑOR: ¿Sábado o domingo?
Capítulo 34: La guardia en la tumba
Comments