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¿Alejarnos del Señor avergonzados?


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Si hoy nos avergonzaríamos ante nuestros hermanos -aunque ellos son tan débiles como nosotros- si ellos supieran algunos de nuestros pensamientos y de nuestras acciones, ¿qué será cuando veamos a Cristo como juez calificador de nuestra vida cristiana? ¿Obtendremos siquiera el aprobado con un cinco rayado y pelado, mondo y lirondo cuando nada de nuestra vida escapará al escrutinio infalible de tal Juez? La expresión de Juan no deja duda de que muchos nos alejaremos del Señor avergonzados.

¿Avergonzados? Después de mi conversión, el Señor me mantuvo en su escuela aprendiendo de su Palabra y testificando de su amor y gracia a nivel personal.

El Señor no me adentró a adversidades de consideración en la vida cristiana sino hasta ocho años después, de modo que permanecí por ocho años en gran ceguera considerando que todos los hermanos en la fe vivíamos la conversión intensamente.

También entendía que todos renacidos en Cristo teníamos los mismos conceptos bíblicos por haber sido dirigidos y gobernados por el Espíritu de Dios y su Santa Palabra, pero tuve que comenzar a sufrir y a seguir padeciendo lo que algunos han llamado “la frustración evangélica”, que habla fuerte y claro del popurrí actual que se alza con la copla laodiceana que tan sonora se levanta en nuestros días.

No hay duda que en el Tribunal de Cristo el cristiano gandulón asumirá su injustificable gandulería. Así también el cristiano orgulloso; el cristiano perico que quiere exhibir su imaginada grandeza delante de todos; el ignorante que impone contrario a la voluntad divina, el mandón, el caprichoso, el egoísta, el traidor, el criticón, el que genera sus propias ideas y, lejos de dejar que el Espíritu Santo las apruebe o las deseche, cabildea y no duerme hasta imponerlas; y acto seguido se coloca su honrosa medalla, cual fariseo que da gracias a Dios por sus logros personales conseguidos con método tan carnal y ajeno a la voluntad divina.

En aquel Santo y Justo Tribunal cada cual será puesto en evidencia, y será recompensado conforme a su merecimiento cuando sea juzgado “según la Ley de la Libertad”, Ley que demanda responsabilidad, “porque juicio sin misericordia se hará con (la obra de) aquel que no hiciere misericordia”, Stg. 2:12-13, en el día propio de tenerla con los hermanos en Cristo, y de llevar la misericordia de Dios a las almas perdidas.

Muchos serán sorprendidos. “En este sencillo tratado no se juzga la obra de nadie, tal como hemos notado que nos es mandado hacer” (1 Co. 4:5), pero sí se advierte que delante del Tribunal de Cristo habrá muchas sorprendentes sorpresas, porque si en el campo religioso-pagano que se cree cristiano habrá muchos sorprendidos que se quedarán sin la salvación que creían merecer (Mt. 7:21-23), también en la verdadera Iglesia habrá muchos sorprendidos, que no quedarán sin salvación, pero sí sin recompensa (1 Co. 3:11-15) porque conforme a la advertencia de Cristo “muchos de los primeros serán postreros, y postreros que serán primeros”, y al respecto véanse Mt. 19:30; Mt. 20:16; Mc. 10:31 y Lc. 13:29-30 para cumplementar el variado tapiz)

Muchos que se tenían a sí mismos por grandes de la Iglesia, se verán desplumados en aquel entonces. Muchos que se creían lo ruin, y en su propia Iglesia eran tenidos como lo menos de ella, serán elevados por Cristo.

Qué vergüenza entonces sufrirán aquellos engreídos “eruditos y directores de orquesta”, cuando delante del Señor de Gloria reconozcan la realidad de sus vidas cristianas que tan poco agradaron al Señor de la Iglesia por haber andado en la manía de sus propias y autoritarias orquestaciones.

Innegable: Seremos “muchos” los sorprendidos, y recibiremos un chupete y un babero en recompensa por nuestras infantiles labores, con las que tan escasamente glorificamos a Aquel a quien decimos ensalzar como nuestro Señor, Salvador y fiel Pastor. Mañana será tarde para corregir, y no habrá otra oportunidad, sino solo quedará “asumir la realidad, sea cual sea para cada cual”, (2 Co.9:6)

Aunque Juan de forma indirecta advierte que ha de haber cristianos que nos retiraremos del Señor avergonzados, creo que en tan vergonzosa retirada también habrá lágrimas de tristeza.


e-3 LAS ÚLTIMAS LÁGRIMAS. Capítulo III ¿Alejarnos del Señor avergonzados?

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